sábado, 15 de octubre de 2011

El Terrible Dictador Del Siglo XX

Es considerado unos de los mas terribles dictadores del siglo XX ....

En1942 los nazi decidieron adoptar una "decicion final" para la cuestion judia, los judios de los territorios ocupados serian concentrados en el este y sometidos a trabajos forzados que causarian la muerte a muchos de ellos. los campos de Auschwitz, Treblinka, Sobibor y Majdanek, se contruyeron especificamente para la exterminacion sistematica de judios, por medio de camaras de gas, la poblacion judia europea antes de la guerra llegaba a los 9 millones, de esto los nazis exterminaron alrrededor de 5,9 millones, los nazis tambien adoptaron la politica de esclavizar a las llamadas por ellos "razas inferiores" como los eslavos y los gitanos, mas de 400 000 gitanos fueron exterminados en campos de trabajos juntos con elevados numeros de eslavos originarios de polonia rusiaa y los balcanes.


Hijo de un aduanero austríaco, se quedó huérfano cuando todavía era muy joven. Se trasladó a Viena en 1905, para hacer estudios artísticos; el tiempo que estuvo en esta ciudad, en la que los dirigentes municipales mandaban con ideas racistas en contra de los judíos, fue muy importante en su vida. En 1912 se fue a vivir a Munich. En 1914 se alistó en el ejército bávaro, en el que fue cabo; en la I Guerra Mundial lo hirieron, y sufrió daños en los ojos provocados por los gases que fueron novedad en esta guerra. Por estos daños, se le condecoró con la cruz de hierro.

En 1919 se convirtió en oficial de propaganda de la nueva Reichswehr, y era encargado de luchar contra el bolchevismo y de extender las ideas nacionalistas. Uno de sus jefes, Gottfried Feder, lo puso en contacto en julio de 1919 con un partido político de extrema derecha, dirigido por Drexler. En poco tiempo, ya era miembro del comité de directores, y redactor del semanario del partido.

En 1921 eliminó a Drexler y le puso el nombre al partido de "Partido nacionalsocialista alemán del trabajo", y fue su presidente. Comenzó unas buenas relaciones con la Reichswher y con los sindicatos. Gracias a la importancia de su organización paramilitar, las S.A., fue director del Kampfbund (Liga de asociaciones de combate), que se formó en septiembre de 1923.

Hitler intentó imitar el golpe de estado de Mussolini el ocho de noviembre de 1923, pero no le salió bien, y al día siguiente el gobierno bávaro mandó disparar sobre Hitler, Ludendorff, y sus hombres. Hitler fue herido y también condenado a pasar cinco años en prisión en 1924. Aprovechó el tiempo en la cárcel para hacer un libro en el que plasmaba todas sus ideas: Mein Kampf (Mi lucha).

Hitler creó las S.S. para contrarrestar a las S.A. de las que desconfiaba. En 1929 entró en contacto con el industrial Hugenberg, ya que este necesitaba piquetes armados que fueran en contra de los comunistas.

El partido nazi aumentó mucho sus diputados gracias a lo bien que lo hacía Hitler cuando exponía sus ideas, y así, se ganó la confianza del subproletariado, de ciertos parados, y de los burgueses que estaban descontentos. Hitler se presentó a las elecciones presidenciales y aunque fue vencido, fué elegido por muchos votantes.

El nuevo canciller, Von Papen, que representaba a la derecha, concedió a Hitler la disolución del parlamento y autorizó las S.S. y las S.A..

El 30 de enero de 1933, Hitler tuvo que conformarse con ocupar el poder junto con los conservadores. Hitler, comenzó por disolver el parlamento, e hizo una campaña, en la que las S.A. cambiaron el resultado. Además, el Reichstag se incendió, y esto fue atribuido falsamente a los comunistas. Por todo esto, el cinco de marzo, los nazis obtuvieron el 44 % de los votos.

Ahora el canciller (Hitler), ya tenía el poder del país por un período de cuatro años (a partir del 23 de marzo). Hitler, utilizó estos cuatro años para reorganizar Alemania y hacer más fuerte su dominio.

Durante la noche del 30 de junio de 1934 (se le dice "noche de los cuchillos largos"), Hitler se deshizo (asesinándoles) de los jefes de las S. A. y de sus adversarios políticos.
Hitler acumuló la presidencia del Reich y la cancillería, con el nombre de "Reichsführer", obteniendo el 88 % de los votos en agosto de 1934.

Para hacer realidad sus ideales, lanzó ideas simples sobre la superioridad de la raza alemana y decía que el destino lo había llamado para hacer que los alemanes dominara sobre el mundo.

Cuando llegó al poder, organizó una policía estatal, la Gestapo, y persiguió a los comunistas, a los socialdemócratas, a las organizaciones obreras, a los antinazis, a los judíos (a los que quería exterminar), e incluso a las Iglesias, contra las que chocó porque él quería controlar a la juventud.

Desde su llegada al poder, Hitler comenzó a preparar la guerra. Quería que el dominio de la Alemania nazi sobre Europa, hiciera feliz a todos los alemanes. Consiguió disminuir el paro con las industrias de guerra, que trabajaban a un alto ritmo desde 1933. Organizó una propaganda perfectamente montada, que dio a la gran mayoría de la población una confianza ilimitada en el jefe y en el futuro que él preparaba.

Eliminó las limitaciones que había impuesto el Tratado de Versalles para las fuerzas armadas alemanas, y de nuevo ocupó Renania el 7 de Marzo de 1936. Intervino en la organización de un golpe de estado contra el gobierno austríaco.

Hitler, hizo muy bien al esperar que las potencias de dividieran para comenzar la guerra, pero por otro lado, él esperaba que Gran Bretaña se uniera a Alemania, para luchar contra sus dos grandes enemigos: Francia y la U.R.S.S., pero no fue así.

Entonces Hitler, se hizo amigo de Italia y como Mussolini, el Führer (Hitler), decidió intervenir en la guerra civil española.

Camufló (para que no se notara que preparaba una guerra) con el nombre de lucha contra el bolchevismo, la alianza con los dictadores (entre ellos Mussolini). Se alió con Japón, que debía servir para advertir al ejército de la U.R.S.S..

A finales de 1937, Hitler decidió reunir a todos los países de lengua alemana, antes de que las potencias de occidente hubieran acabado de prepararse.

Hitler renovó a una parte del personal gubernamental. El Führer, consiguió eliminar a su comandante en jefe, Von Fritsch en febrero de 1938, y a su jefe de estado mayor, Beck, en septiembre del mismo año, y decidió asumir él el mando.

Hitler, aunque estaba seguro de la actitud del Duce (Mussolini), pero sin advertirle, intervino en Austria, el 13 de marzo de 1938. En los acuerdos de Munich el 30 de septiembre del mismo año, le entregaron una cuarta parte de checoslovaquia.

Organizó la secesión eslovaca y comenzó a mandar en Bohemia-Moravia el 15 de Marzo de 1939. Después ocupó Memel, el 22 de Marzo del mismo año. A partir de 1939, comenzó a pedir los territorios "alemanes" en Polonia.

Después de reforzar su alianza con Italia en el pacto de Acero del 22 de Mayo, y de firmar el pacto de neutralidad germano-soviético el 23 de agosto, provocó el comienzo de la segunda guerra mundial al invadir Polonia el uno de septiembre.

A partir de aquí, comienzan a sucederse las victorias alemanas, y el dominio hitleriano se extendió por toda Europa. El 22 de junio de 1941 atacó a la U.R.S.S., y el fracaso le hizo tomar él mismo el mando del ejército de tierra.

Hasta finales de 1942, el éxito estaba dando la razón a Hitler, pero después de Stalingrado, el dos de febrero de 1943 y de la apertura del segundo frente en Normandía el seis de junio de 1944, la derrota de Alemania parecia inevitable, y los oponentes conservadores, se reunieron para acabar con Hitler, antes de que Alemania fuese definitivamente arruinada.

El coronel Von Stauffenberg, puso una bomba en el cuartel general del Führer el 20 de julio de 1944. Hitler, que resultó con ligeras heridas, aplastó a los sublevados, que creían que este estaba muerto, y se habían "destapado" para actuar.

En la última época, Hitler era un enfermo mental, que estaba "destrozado" por las derrotas. Pero sin embargo, todavía creía que podía ganar por medio de armas secretas como la bomba atómica, que estaba en preparación.

Supervisó el último ataque alemán (Ardenas, diciembre de 1944 - enero de 1945). Después, el 20 de abril de 1945, viendo que Alemania iba a ser dividida en dos partes, repartió el alto mando entre el almirante Dönitz y Göring. A pesar de que los que le apoyaban querían llevarle al "reducto bávaro", Hitler decidió morir en Berlín. El 29 de abrilde 1945 se casó con su amante Eva Braun, y nombró para sucederle al almirante Dönitz. El 30 de abril de 1945, se suicidó de un tiro de revólver.


Una aproximación a la sicología de Adolf Hitler:


Las generaciones futuras querrán comprender la increíble aventura de Hitler. Pero la explicación es difícil porque el análisis debe desenvolverse sobre niveles muy diferentes. Tenemos en primer lugar, el carácter del hombre: paranoico, con una personalidad profundamente contradictoria y compleja, que sólo parece encontrar una coherencia interior en la voluntad de poder.

Algunos han querido ver en el trastrocamiento de los valores, con el cinismo y la insensibilidad consecuentes, la expresión de una moral esotérica o de una nueva cosmología, privilegio de unos pocos iniciados. La verdad es tal vez más simple: desclasado, lobo entre los lobos, supo aprovechar hábilmente los escrúpulos y las contradicciones de sus adversarios. Más que un fanático o un iluminado, Hitler es un ser racional, calculador y comediante. Esta constante mezcla de cinismo y fraseología idealista, de valores irracionales puestos al servicio de cálculos oportunistas, de intuiciones casi femeninas, oscurecida por tabúes, prejuicios e ignorancia, explica quizá la fascinación que el hombreejerció sobre sus contemporáneos. ¿Pero hacia dónde tiende esta voluntad de poderío, desde el momento que no está al servicio de una ideología ni de una satisfacción personal? La feroz avidez de este arribista trasunta el egoísmo más monstruoso. Pero Hitler es más que nada un mito, el del Führer infalible y omnipotente. Nosotros sabemos lo que vale en realidad esta imagen. Su existencia se debe al hábil empleo de todos los resortes de la propaganda hablada, escrita, grabada, fotografiada, filmada. Pero el hombre se identificó poco a poco con el mito del que se servía. A partir de 1938, la lucidez lo abandona; ya no puede escapar a la megalomanía. Se instaura la confusión entre el frío análisis de la realidad que le permite gobernar y la figura del jefe con la cual gobierna. La satisfacción de la sed de poderío hace surgir en él una necesidad de dominio aún más grande y, lentamente, el equilibrio quizás excepcional de estas facultades contradictorias se despedaza. Entre el fantoche de carne y el mito de acero, hay sólo relaciones fugaces a partir de 1943.

Y es ese el momento en que el Führer deja de mostrarse a su pueblo.

El antisemitismo fue la obsesión dominante de su vida. ¿Provenía de sus ansias de poder o del temor a ser asimilado al pueblo judío, como quizás le sucedió en Viena?

Estas dos explicaciones que no se contradicen, no son tampoco suficientes. Si él no había concebido desde el comienzo aquella "solución final" que Eichman fue encargado de realizar, la guerra, multiplicando sus sueños de grandeza y las más absurdas posibilidades, lo conducirá a concebir y ejecutar el genocidio. Y también en este caso, la locura vencerá sobre la lucidez, porque para conducir a los judíos al exterminio se emplearán camiones y bencina que eran desesperadamente necesarios en el frente ruso.

Pero Hitler no es todo el nazismo. Junto a él, está el pueblo alemán y se nos plantea el problema de su culpabilidad. El nazismo, ¿es sólo una consecuencia de la crisis de posguerra o tiene sus raíces en toda o en parte de la historia alemana? Sí seguimos la primera hipótesis deberemos preguntarnos por qué la crisis no generó otros regímenes nazistas y por qué el fascismo italiano, que también fue una dictadura demagógica e irracional en una sociedad racionalmente organizada, no dio los mismos resultados.

Estamos obligados a reconocer, en el curso de la historia alemana, desequilibrios y fracturas internas que ya dejan entrever la catástrofe, como lo ha demostrado brillantemente Alexander Abusch en su obra "El camino equivocado de una nación). Al comienzo del siglo xx, la Alemania del Káiser da, en efecto, esa impresión de delirio de poder, es decir, la impresión de una nación en la que el desarrollo político y ético no ha estado a la par de un prodigioso desarrollo técnico.

Los alemanes pueden aducir el impacto de una derrota y el abatimiento provocado por la crisis. Pero estos hechos por sí solos no hubieran sido suficientes para hacer triunfar al nazismo. Es verosímil entonces que, bajo cierto aspecto, el nazismo no sea un producto de exportación. Esta culpabilidad tampoco puede limitarse a los grupos y hombres cuya responsabilidad directa es bien conocida. Todo el pueblo alemán y en particular las masas pequeño-burguesas con su pasividad y su falta de estabilidad política, fueron las presas elegidas por la demagogia nacional-socialista. En este sentido, el triunfo de Hitler hace resaltar todas las deficiencias de la democracia y de los demócratas de Weimar. Vino después la complicidad extranjera, los ambientes financieros anglo-sajones, la alta burguesía francesa inquieta bajo el frente popular —hubiese preferido a Hitler antes que a Blum—,Stalin que sacrificaba Alemania y la revolución para consolidar su poderío en la URSS. Gran parte de Alemania conocía todas las atrocidades nazis. Si calló, como por ejemplo ante la cuestión judía, ¿no fue quizás porque su historia y su elección, en el fondo, se inclinaban en el mismo sentido?

No obstante, la opinión pública pudo detener el exterminio de los enfermos mentales durante la guerra; pero también es verdad que aquellos enfermos eran arios . . .

Hitler no aparece sólo como el mago de los sentimientos populares, ni como el títere de grupos cultos. Para que triunfase fue necesario el encuentro de determinados elementos: por una parte, una personalidad vulgar pero dotada, que supo explotar el momento, y por otra, una situación social e histórica propia de Alemania, una sociedad burguesa en crisis y una civilización profundamente dividida.

La experiencia nazi, aun en sus excesos, realiza en el corazón de Europa una tentación fáutica; por lo tanto plantea, no sólo un interrogante siempre actual sobre nuestros valores políticos y económicos, sino que obliga a un reexamen inquietante sobre el sentido de nuestra civilización.

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