sábado, 11 de agosto de 2012

Ladrones De Energia


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No sólo de chupar la sangre ajena viven los modernos aprendices de Conde Drácula. Los vampiros actuales se dedican a extraer la energía vital de las víctimas.
Se ha sentido exhausta después de pasar horas oyendo a un inoportuno parlanchín monologar, ¿diciendo tonterías respecto a sí mismo? ¿Y notó cómo el inoportuno, al encerrar el discurso está tan bien que parece haber llegado recién de unas maravillosas vacaciones en el Caribe? Pues bien, el inoportuno o inoportuna puede ser un "vampiro de energías". Quizás un vampiro inconsciente de su condición, mas siempre un vampiro. Y la energía que él acaba de chupar es su fuerza vital, aquella misma fuerza que la mantiene a usted viva, activa, fresca y alegre.
Obligar a las personas a oír blablablás interminables, en general poco o nada interesantes, es una de las formas más comunes de chupar la vitalidad de los demás. Y las víctimas, en general por buena educación, se quedan ahí, pasivas, dejándose violentar por los oídos.
Varias veces, en el pasado, caí en trampas de ese tipo. Hecho un idiota, me dejaba enredar por los tentáculos parlantes de esos vampiros, a revolver mi ser por dentro, a enviar mentalmente los peores insultos al inoportuno boquirroto, pero incapaz de poner un basta a la situación. Y cuando la tortura finalmente terminaba, me sentía tan vacío que solo pensaba en una cosa: arrastrarme hacia la cama.
Además, tentáculo es el término preciso para entender cómo esos vampiros trabajan. Un día, leyendo el libro "El Destino Creativo del Hombre", de la ya fallecida psiquiatra inglesa Shafika Karagulla, entendí el problema y encontré la solución. Shafika Karagulla era también estudiosa de parapsicología y, según alegaba, clarividente. Tenía la capacidad natural de "ver" los campos energéticos sutiles -el aura- producidos por los seres humanos y por todas las criaturas vivas. En uno de los capítulos, ella narra una situación terrible de la que fue testigo con el uso de su visión paranormal.
Ella estaba en una fiesta sentada en un sillón. En el sofá, al frente, había una pareja. El hombre, un tipo bien puesto, hablaba sin parar de sí mismo, exhibiéndose como un pavo real. La mujer se colocaba en la posición de receptora pasiva, mirando al sujeto con ojos lánguidos, totalmente entregada a su palabrería. De repente, tentáculos de energía luminosa salían de la región umbilical del hombre -de su plexo solar- y se lanzaban en dirección a la misma región de la mujer.
Se quedaba ahí, y Shafika Karagulla pudo percibir claramente lo que pasaba: por aquellos canales sutiles la energía de la mujer comenzó a ser drenada en dirección al interlocutor. Hasta que la pobre, al inicio dueña de un aura luminosa y brillante, quedó reducida a un trapo energético. Su aura se tornó débil y opaca, ojeras oscuras se habían formado en su rostro y su expresión ahora era la de una persona vieja y cansada. Mas el hombre parecía un sol radiante. Bien dispuesto y feliz de la vida, se despidió de la víctima, se levantó y fue a gastar con otros participantes de la fiesta toda la vitalidad que robó.
Claro, no se puede afirmar que la visión de Karagulla sea objetivamente verdadera. Mas subjetivamente no hay duda: ella observó un fenómeno real de vampirismo energético o, como prefieren algunos, "vampirismo psíquico". El resultado es el mismo. De un lado, un activo chupador de energía vital, y del otro una víctima pasiva.
De ese episodio ya podemos sacar una primera conclusión: vampiros no son solo aquellos literales, los dráculas que van por ahí, por las noches, en busca de cuellos tiernos donde clavar sus caninos puntiagudos para chupar sangre. Sin embargo, muchos autores afirman que ellos existieron de verdad, es más probable que la imagen clásica del vampiro bebedor de sangre simboliza y representa, en realidad, el vampiro de energía vital.
No, no hay duda. El asunto es serio. Hay inclusive especialistas en psicología y comportamiento humano que dicen que nuestra sociedad está constituida en buena parte por vampiros. Esa buena parte está hecha de gente incapaz de nutrirse en fuentes de energía natural y que por eso vive chupando la fuerza de vida de los demás.
Y ¿qué es nutrirse de fuentes de energía natural? Todo ser vivo, sea humano, animal o vegetal, no se alimenta solo de comida sólida y líquida, aquel pollito en salsa parda y las cervezas de cada día. Se nutre también de comida gaseosa, a través del aire que se respira y de la comida energética, representada por las energías y vibraciones que absorbemos y que son producidas por el telurismo del planeta Tierra; por la naturaleza -florestas, ríos, mares, animales, minerales-, por otros cuerpos celestes, como el sol y demás planetas, y por el propio cosmos.
Cada uno de nosotros somos un microcosmos químico-energético, un complejo sistema de energías interactuando constantemente con una miríada de otros sistemas. De forma permanente, cambiamos energías con esos sistemas externos, absorbiendo de ellos cargas energéticas necesarias para nuestra subsistencia y descargando en ellas cargas no necesarias tales como nuestros "detritos" energéticos. Al mismo tiempo, cada uno de nosotros interactúa con otros seres humanos que se nos aproximan, estableciendo con ellos las más variadas combinaciones de campos energéticos, influenciándolos y siendo influenciados por ellos.
Para eso sirve nuestro "cuerpo energético" o "cuerpo de energía sutil": para posibilitar todos esos enlaces de energías responsables por la manutención y desenvolvimiento de la vida. De modo análogo al cuerpo físico, hecho de materia densa, el cuerpo sutil posee también una anatomía y una fisiología. Posee órganos -los chacras- para captar y almacenar energías externas y eliminar energías internas adulteradas y para procesar esas energías, de la misma forma que el aparato digestivo absorbe, procesa y almacena el alimento sólido y líquido y el aparato respiratorio capta, procesa y almacena el alimento gaseoso.
El proceso de nutrición energética ocurre por lo general de modo inconsciente, automático, orientado y regulado por la inteligencia instintiva de nuestro cuerpo. Mas ese proceso puede también ser incrementado de modo consciente y voluntario. Para eso existen muchos métodos desarrollados a lo largo de los tiempos por las diferentes culturas y civilizaciones. Ejemplos de métodos voluntarios de nutrición energética son ciertos yogas, como el hatha yoga indiana, ciertas artes marciales como el tai chi chuan, ciertas técnicas de respiración como las del pranaiama.
Personas equilibradas, sanas -tanto en el aspecto físico cuanto, principalmente, en el psíquico- se nutren directamente de las fuentes naturales de energía. De la energía de los árboles, del aire, de las aguas dulces y saladas, del sol, etc. Mas, personas desequilibradas que, por haber perdido el contacto con su propia naturaleza interna más profunda perdieron también la capacidad de absorber y procesar el alimento energético natural, muchas veces necesitan, para sobrevivir, echar mano de un expediente horrible: chupar la energía vital de otras personas. Son ellos los "vampiros de energía". En nuestra sociedad moderna su número ha aumentado de modo alarmante debido a varios factores, entre ellos la pérdida de contacto directo con el mundo natural.
Los vampiros energéticos son de dos tipos principalmente: los conscientes y los inconscientes. Los primeros son más raros. Precisamente por ser conscientes, saben de las consecuencias nefastas que la práctica del vampirismo energético acarrea para el propio vampiro. Saben que esa práctica significará para ellos una angustiante situación de dependencia en la cual no podrán vivir distantes en la cual no podrán vivir distantes de sus víctimas.
Y muchos de ellos conocen una ley de magia, la "ley del retorno", por la cual todo aquel que roba, tarde o temprano, será robado. Mas los segundos, los vampiros inconscientes de su condición, son numerosos. En verdad, casi todos nosotros, en un momento u otro de nuestras vidas, sobre todo cuando nos encontramos en un estado de desequilibrio neurótico, acabamos comportándonos como vampiros de la energía vital ajena.
La principal característica de un vampiro es el egocentrismo. Cuanto más la persona está volcada hacia sí misma, concentrada en sí misma, más tendrá dificultad en establecer contacto con fuentes naturales de nutrición energética, y más tenderá a chupar la energía vital de las personas que le están próximas.
Todos nosotros, por otro lado, somos naturalmente dotados de mecanismos de defensa contra la pérdida de energía vital. De todos esos mecanismos, el más poderoso y eficaz es el de la manutención del equilibrio interno. Cuando nuestro punto de gravedad interior está en el lugar preciso -en el centro de nuestro ser biológico-psicológico-energético-mental-, eso crea un estado de armonía en el cuerpo sutil capaz de impedir, incluso rechazar cualquier tentativa de invasión externa con finalidad predatoria. Mas, cuando perdemos la posición de nuestro centro de gravedad, cuando lo proyectamos fuera de nosotros mismos, eso altera y debilita la estructura del cuerpo sutil, tornándolo permeable a aquella invasión. "Fulano está fuera de sí", dice la voz popular, que significa que el sujeto está loco. Además de loco, se torna presa fácil de vampiros de energía vital.
Los vampiros son sagaces y saben de eso. De modo consciente, o instruidos por su instinto rapaz, saben que para chupar a alguien deben, antes, desestabilizar las defensas de la víctima. Deben "sacar a la víctima de su eje". Echan mano, para eso, de estratagemas, todas ellas con el objetivo de hacer que la víctima pierda contacto con su centro interno y, de esa forma, abrir por completo las puertas de entrada de su cuerpo sutil a la saña del depredador.
¿Cuáles son las técnicas de los vampiros para hacerle salir de su eje? Muchísimas. Además de aquella descrita del Vampiro Grillo Parlante, las más comunes son:
Vampiro Lamentador: Ataca por el lado emocional y afectivo. Hace todo para despertar compasión. Su vida es un mar de lágrimas, gemidos y llantos. Lleno de aflicciones, se coloca siempre en posición de víctima sufridora para quien el mundo es un verdugo.
Defensa: Dígale que usted detesta los lamentos porque quejarse nunca resuelve ningún problema. Si él insiste, dígale que usted conoce un libro donde el autor conoce varios métodos sobre eutanasia. No dé tregua.
Vampiro Inquisidor: Dispara una pregunta tras otra. Si usted intenta responder, él corta su respuesta, haciendo otra pregunta, tal vez sobre otro asunto completamente diferente. Ese vampiro no tiene ningún interés en respuestas. Quiere apenas desestabilizar el equilibrio mental de su víctima, perturbando el flujo normal de los pensamientos de ella.
Defensa: Córtele las envestidas reaccionando con preguntas, de preferencia idiotas, absurdas o contundentes. Por ejemplo: ¿usted ya tuvo relaciones sexuales con una persona del mismo sexo?
Vampiro Exigente: Cada palabra o gesto de este vampiro contiene un reclamo implícito o explícito. Se opone a todo, exige, reivindica, protesta sin parar. Mas, como sus reclamos tienen poco o ningún fundamento, él raramente dispone de argumentos sólidos para defender y justificar sus protestas.
Defensa: Mándelo a parar de colmar la paciencia.
Vampiro Cobrador: Cobra siempre, principalmente aquel que no le es adeudado. Se presenta como creador del mundo; cree tener derecho a todo, sin tener que dar nada a cambio. Al cruzarse con usted en la calle, un vampiro de estos no le va a decir: "!Hola! Qué bueno verte! ¿Cómo estás? ¿Todo bien?". El va de inmediato a cobrarle alguna cosa como: "¿Te olvidaste que yo existo? Hace meses espero una llamada tuya".
Defensa: No se ponga la capucha de culpable de desatención personal que el vampiro le quiere meter en la cabeza. No flaquee. Cobre de regreso. Responda rápido: "había decidido no llamarte nunca más hasta que me llames para saber si estoy viva".
Vampiro Crítico: Su lema es: maldecir siempre, elogiar sinceramente nunca. Critica negativamente a todo y a todos. Transmite para la víctima una visión fea y negativa de las cosas, de las personas y del mundo. La crítica impiadosa y negativa crea en el oyente un estado de ánimo oscuro y pesado y ése es otro modo fácil de abrir una yugular energética y banquetearse con los fluidos de la víctima.
Defensa: Dígale al vampiro sin miedo de parecer ridícula: Pobrecito, qué infeliz es! Vea que día (o noche) tan lindo. El sol (la luna, las estrellas) brilla en el cielo y usted tan negativo. ¡Cambie!
Vampiro Adulador: Suaviza el ego de la víctima, cubriéndola de falsos elogios. ¿Se acuerda de El Cuervo y la Zorro", la fábula de La Fontaine? El cuervo en lo alto del árbol carga en el pico un bello pedazo de queso. La raposa astuta le dice al cuervo que su voz es magnífica y le pide que cante. Lisonjeado, el cuervo abre el pico, emite un triste graznido y... deja caer el queso. La raposa mastica la golosina y sermonea al vanidoso cuervo: "Aprenda que todo adulador vive a costa de quien lo escucha". Cuidado con los aduladores. Dentro de cada uno de ellos es un vampiro a la espera.
Defensa: No caiga en la conversación del adulador. Si él insiste, cuéntele la fábula de La Fontaine.
Vampiro Chismoso: El chisme es una de las armas más perversas de los vampiros de energía. El se acerca, con aire malvado y cuenta secretos íntimos de los ausentes. Habla con quien le da un presente. Mas en verdad lo que hace es plantar en su alma las cimientes de la maldad, de la traición y de la calumnia, demonios peligrosos para su estabilidad energética.
Defensa: No se divierta con las falsas prendas del chismoso. Mándelo a cantar en otra fiesta.
Vampiro Pegajoso: La puerta de entrada que él busca derrumbar es la de su sensualidad y su sexualidad. Se aproxima a usted como si quisiera lamerla con los ojos, con las manos, con la voz. Huya rápido de esa situación. Este vampiro es muy peligroso. El chupará sus energías, sea consiguiendo seducirla con su juego peligroso o provocando en usted repulsión y náusea. En ambos casos usted estará desestabilizada y él alcanzará su éxito.
Defensa: Dígale que usted es una persona neurótica y detesta ser tocada. Si él insiste dígale algo capaz de cortar cualquier intención indeseada: "Necesito ir urgentemente al baño".
Vampiro Hipocondríaco: Cada día aparece con una dolencia nueva. Dice que es víctima constante de un dolor que anda por el cuerpo y que cada hora está en un lugar diferente. Es su modo de llamar la atención de los demás, despertando en ellos preocupación y cuidados. Se deleita describiendo hasta los mínimos detalles de los síntomas de sus males y todo su penar. Cuando termina el relato está muy bien. Y quien le prestó oídos está pésimo.
Defensa: Déle el teléfono de un buen homeópata. Esos médicos tienen una paciencia de Job para tratar a hipocondríacos.
Vampiro Conflictivo: Para él el mundo es un campo de batalla en donde las cosas solo pueden ser resueltas en base al golpe seco. Polemiza sobre cualquier cosa, pero no quiere, contrario a lo que pueda parecer, minar las defensas de la víctima con la rabia, la ira y la agresividad. Provoca para obtener una reacción para que la víctima compre la pelea. Con eso la desestabiliza y puede chupar a voluntad.
Defensa: Este vampiro tiene, sobretodo, una personalidad infantil. Ofrézcale una tetera o cuéntele un chiste de papagayo. Si aún así insiste en polemizar, ofrézcale un café endulzado con antidepresivo.
Sobretodo, no juegue con los vampiros. Ellos son sagaces y hambrientos. Mejor estar lejos de ellos. Y no olvide, para descargo de la conciencia, hacerse una autocrítica honesta para saber de qué lado se está. Porque, en materia de vampiros, toda víctima tiene, de vez en cuando, su día de verdugo

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